El papel del color en la arquitectura

El papel del color en la arquitectura

El color es un elemento integral, tanto en el mundo natural, como en el entorno arquitectónico hecho por el hombre. Más allá del interiorismo y de la función de embellecer, el color es una variable destacada en el diseño edificatorio. Todo profesional de la construcción, debe saber que  la  remodelación o la creación de espacios y  definir la paleta de colores, afectará tanto a la forma de entender el edificio como de sentirlo. Por lo tanto, los objetivos de diseño del color en un espacio arquitectónico no deben ser relegados exclusivamente a la decoración.

La función práctica ligada al color en la arquitectura deriva en una serie de factores que debemos conocer ante el futuro edificio a construir. A la hora de determinar el diseño de los espacios, la distribución o la funcionalidad de un edificio, es importante precisar el color o colores que van a intervenir.  Los colores empleados en un local comercial difieren de los utilizados en una ocupación educativa, residencial o ligada con la salud.

El color: psicología, simbolismo y misticismo

La relación del color con la arquitectura es un tema complejo. El color se asocia con la psicología, pero también con el simbolismo o misticismo. Su significado es diferente según el periodo artístico o histórico y también según la cultura en la que se enmarca.

Dentro de la psicología aplicada al color, las gamas que se emplean, tanto en el interior como en el exterior dotan a cada inmueble de un determinado carácter que puede llegar a incidir en las actitudes de las personas que los ocupan. Ciertos colores, e incluso algunos acabados, pueden, asimismo, determinar las características de los resultados sensitivos y el confort de un edificio, por eso es tan importante conocer el papel que el color juega en la arquitectura.

La psicología del color estudia patrones generales sobre las sensaciones o sentimientos que producen las diferentes tonalidades. Algunos colores estimulan o excitan, son los colores cálidos como los rojos y naranjas, mientras que los colores fríos como azules y verdes trasmiten calma y relajan. Cada color se asocia con un significado diferente que puede variar según la zona del mundo donde nos encontremos:

-          Azul: tiene un efecto relajante. El azul es el color del cielo, el agua, el mar… elementos que transmiten serenidad. Es un color que aporta positividad, confianza y seguridad. Se suele utilizar en espacios comerciales y oficinas empresariales.

-          Amarillo: este color se vincula al optimismo y la alegría. Es el color del sol y se relaciona con los ambientes luminosos. Se utiliza frecuentemente en espacios comerciales o restaurantes con el objetivo de ganar la atención del cliente.

-          Rojo: el rojo está relacionado con el fuego y sugiere energía, calor, excitación e impulso. Se utiliza mucho en locales de comida rápida para incitar al consumo.

-          Verde: calma, tranquilidad, serenidad, bienestar… El verde es el color de la naturaleza y se asocia con el equilibrio y la esperanza. Es un color que relaja y hace bajar la tensión arterial, por eso se emplea en edificios sanitarios y centros relacionados con la relajación.

-          Blanco: el blanco es pureza, inocencia y limpieza.  En las culturas orientales, sin embargo, se relaciona con la muerte.

-          Naranja: la combinación de rojo y amarillo conduce a la idea de intensidad, creatividad, euforia, diversión y entusiasmo. Se asocia con la fiesta, la seguridad, la excitación y la juventud y se utiliza en entornos creativos, como oficinas, estudios y escuelas.

En escuelas y centros infantiles, los colores se utilizan con la finalidad de motivar la agudización psíquica y sensorial del niño.

El color interfiere en el peso de los objetos

El color en la arquitectura también ayuda a indicar tamaño, profundidad o peso. Incluso puede alterar los materiales más nobles. El color no altera el valor físico real de la masa de un edificio, pero sí que altera la valoración subjetiva que puede hacerse de dicha masa, es decir, su sensación de ligereza o pesadez. A la hora de construir, el color puede resaltar un determinado volumen o detalle de la edificación, o por el contrario mimetizar determinados aspectos o fijar el foco en algún punto concreto.

Los colores cálidos claros y el blanco parece que tiene menos peso que los fríos oscuros y el negro. Una caja pintada de negro da la sensación de que es mucho más pesada que otra pintada de blanco. Así, los interiores, con techos excesivamente altos se pintarán con tonos oscuros y cálidos si se desea que parezcan más bajos mientras que los techos bajos parecerán más altos con colores luminosos, especialmente si tienen tonos fríos.

La luz y el color en la arquitectura

Otro factor importante que afecta al color en la arquitectura es la luz. Los colores no existen sin la presencia de la luz. Además de actuar a nivel estético y sensorial, la luz actúa a un nivel funcional y práctico. La iluminación, tanto exterior como interior de un edificio, determinará  también la forma de entender el color ya que este puede emplearse para enfriar o calentar los interiores, según el mayor o menor grado de absorción de los rayos solares. Un elemento que incluso incide a la hora de reducir el consumo de calefacción y por tanto, el gasto energético.

Teniendo en cuenta todos estos detalles el profesional que trabaja en el proceso arquitectónico tiene la tarea de conocer la forma en la que las personas reciben esa estimulación visual que son los colores, los procesan y responden a ellos, para así crear entornos que repercutan en el bienestar humano. Esto se hace patente sobre todo en edificios públicos o privados como servicios médicos, oficinas, centros educativos o residencias de ancianos.  La arquitectura y el color deben convivir en armonía para poder conformar un espectáculo visual que mejore la calidad de vida de la personas.

Regresar al blog